Soy un sobreviviente del huracan Andrew, y a pesar de los años que han pasado, aun llevo frescas en mi memoria, sus imagines bizarras, burlescas, aterrorizantes.
Por eso no aguante la espera de Ike. Quiza fue la television, la radio, o el Internet. Comoquiera me sature de premoniciones y advertencias y sali disparado, tarde como siempre, para San Antonio en busca de refugio, en casa de mis primos Paola y Jeff.
A las 5 pm, el Viernes anterior al fatidico Sabado 13 de Septiembre de 2008, meti (Literalmente!) a mi familia en el Hyundai, y salimos hacia Austin, evitando la pesadilla de la I-10, para luego entrar a San Antonio de Bexar por la 35, un poquito mas largo el viaje, pero igualmente agradable a la vista y al espiritu.
En contra de los pronosticos, Ike fue misericordioso con nosotros. Increiblemente a la casa no le paso nada, absolutamente nada. Hasta el jardin, esfuerzo conjunto de varios años, resistio la furia de los elementos con particular estoicismo. Aparte de un par de ramas dobladas, ni siquiera quedo una seña, un recorderis, de que por alli paso una tormenta.
Desde la madrugada del Sabado nos comunicamos con casi todos los amigos en Houston, y poco a poco ibamos registrando emocionados que a nadie, o a casi nadie, le habia ido mal. Unas tejas por aca, unos shingles por alla. Los arboles en una que otra casa, como la de America y Hugo. Agua en el comedor de Margarita, y tambien en donde Federico. El garage en casa de Manuel. Un pequeño daño en el techo de Ana C y Pacho, lo mismo en el de Alvaro. La cerca se cayo en casa de los Quiroz. Por fortuna Javier, Dago, Orlando, y Luis Carlos salieron ilesos, al igual que Alejandro, Alfredo, Cheo, Rosario y Alan.
Pregunte por la suerte de Emilce y Lou Vest, y quiza por la premura Federico aun no tenia datos exactos, pero se podia asumir lo peor si la casa estaba en Seabrook, escasamente a unas millas de la Peninsula Bolivar y de la Isla de Galveston.
Y bueno, la verdad es que se nos paso volver a preguntar, ocupados en reorganizar la casa y la vida sin servicio electrico.
La Casa de la Playa, como nos referiamos con Federico a la residencia de los Vest-Ballestas, era una casona construida en el siglo 18, a la orilla del mar, con una vista espectacular, pero sobretodo con una gran personalidad. Fuerte y a la vez romantica, mezcla del origen y el estilo de la epoca, con el toque exquisito de la decoracion de sus dueños. Un poquito de Estados Unidos, un poquito de Cartagena, y un poquito de todas partes. Libros, cuadros, recuerdos de viajes por tierras lejanas, y los vinos de Emilce.
Con profunda tristeza nos enteramos hoy de que la casa sucumbio ante la ira de Ike. Las dos fotografias que nos envio Federico simplemente me quitaron la respiracion. Podria ser una foto de las ruinas de algun acto terrorista en Bagdad o en Bogota. En todo caso, un cuadro surrealista que no nos cabe en el entendimiento, menos en el corazon.
Dice Lou que cuando uno vive en una area de huracanes, siempre le dedica una parte de la memoria a organizar aquello que realmente hay que proteger en caso de evacuacion, y tal vez la mayoria de la cosas importantes fueron salvadas a tiempo. Yo me siento nostalgico mas bien por las cosas menos importantes, los detalles que hacian de la Casa de la Playa lo que en realidad era para nosotros, ocasionales y envidiosos visitantes.
Pero es una cruda realidad. Por ahora no habra mas paseos a la Casa de la Playa. Extrañaremos los asados, la cena de Accion de Gracias. No nos volveremos a sentar el 4 de Julio en el muelle a ver los fuegos artificiales de la Independencia ajena. Ni brindaremos por el matrimonio de Fico, quien de seguro se volvera a casar.
De recuerdo nos queda, ademas de la memoria de tantos y de tan bonitos momentos, una coleccion de maticas de Oleander, hijas de unas ramas que me traje la ultima vez de los arbolitos que estaban al costado derecho de la casa, cerca de la terraza. Aunque usted no lo crea, esas maticas sobreviven y orgullosamente se mecen al paso del viento en nuestro patio, añorando el romance de la brisa marina de la Casa de la Playa.
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