viernes, febrero 04, 2011

William Lacouture Mendez.



Hace casi 40 años, en los albores del bachillerato, conocí a William Lacouture Mendez, cuando él como muchos muchachos provincianos venían a la capital en busca de un mejor ambiente para enfocarse en promisorios destinos.

William formaba parte de un selecto grupo de jovenes Vallenatos, entre ellos Ivan Dario su hermano y gran amigo, y varios de sus primos y compañeros de la infancia, como Eduardo Ariza, Giovanny Lacouture, Luis Eduardo Aponte, Eduardo Dangond, Raul Gutierrez, entre otros que por la emoción se me escapan. Varios de ellos flamantes cadetes de la Escuela Militar, a la cual le profesaron profundos y a veces contradictorios afectos.

Hijo de Dario Lacouture Acosta y Natalia Mendez de Lacouture, William creció y se levantó en un hogar cristalino y ejemplar, pletórico de los mas altos valores y principios morales de nuestra sociedad. 

Con William nos identificó desde el primer momento la pasión por el folclor costumbrista de nuestra región y la política, campo en el cual a veces fuimos antagónicos.

Tuvimos la oportunidad de compartir momentos y vivencias que hicieron de nuestra amistad un vinculo fuerte y solido, que perduró hasta el final de sus días. Durante varios años pase temporadas de vacaciones en su casa de Valledupar, donde aprendí desde joven a querer a sus padres y hermanos como a los mios propios. Hoy después de cuatro décadas, conservo intacto el afecto por Dario, Talita, Ivan, Maria Sandra, David, Roberto y Adolfo.

Desde niño llevaba un campesino en su corazón, en el mejor sentido de la palabra. Amaba al campo, y lo trabajó con tesón. En el algodón, en la ganadería y en el arroz, desde su querida Nebraska, en las sabanas de Becerril, hasta las montañas tolimenses, en donde se radicó por algún tiempo, ejerció su vocación de agricultor.

En Texas, en donde estableció su residencia en los últimos 10 años, vivía admirado por la belleza y el potencial de estas tierras de progreso. Cuando surcaba los caminos de San Antonio, Austin o Dallas, me comentaba extasiado, del inmenso parecido de algunos parajes tejanos con algunos de la Guajira y del Cesar, que le recordaban aquella legendaria finca Las Marías, en las cercanías a Villanueva, que nos parecía un paraíso digno de admiracion

Muy joven se fué de Valledupar, y nos dejo a un lado para dedicarse a formar un hogar. De esa unión nacieron Ileana, Nicole y William Jose, sus tres hijos queridos, que como los tres monitos de la canción de Poncho Cotes, fueron el motor que propulsaba su vida. Hoy con tristeza repito el estribillo, que dice asi:

Son tres monitos que tiene en la Sabana,
son tres Monitos que yo le conocí.
Ahora comprendo el por qué de la nostalgia,
que le atomenta el alma cuando viene de allí.

Se me perdió William por algunos años, y de pronto, en una fría noche decembrina nos encontramos en un rincón de Houston, de manera accidental, y entonces nos convertirnos mutuamente en paño de lágrimas cada uno para el otro, para llenar el vacio que ambos, por diferentes circunstancias del destino, teníamos que soportar en estas tierras lejanas.

A sus cuarenta y cinco años, un nuevo William, lleno de energía, proyectos e ilusiones, comenzaba a incursionar en las finanzas, lo que seria su nueva carrera, y en este propósito trabajaba dia y noche sin cesar.

Encontró en esos dias, a su gran amor y compañera abnegada, Carla Bianchi, quien con sus hijas Maria Luisa y Laura le ayudó a forjar el hogar en que vivió y disfrutó hasta su ultimo suspiro, y quien, sin lugar a dudas, fué su Angel de la Guardia.

Cuando nos parecía que era el hombre mas feliz del mundo, tocó a su puerta la enfermedad implacable que nos ha quitado a tantos seres queridos. Y esta circunstancia amarga del destino, en vez de derrotarlo, dió vida a una nueva faceta de William Lacouture: el luchador incansable, el gladiador, el héroe que se enfrentó a su mal con Fe y con valentía, y que estoy seguro, estuvo a punto de derrotar.

Como en la vida no se pueden ganar todas las batallas, quizo nuestro Padre Todopoderoso, disponer del destino del amigo, del hermano, y del compañero, a quien hoy con el corazón desecho venimos de despedir.

Al partir de este mundo terrenal, William nos deja el grato recuerdo de sus consejos oportunos y siempre positivos, y de sus sentimientos claros y diáfanos. Pero por sobre todas las cosas, el ejemplo de un hombre integro que aun en los momentos mas dificiles, luchó con ahinco y sin rendirse, encontrando siempre una nueva esperanza, una nueva razón para vivir.
Tengo la certeza de que William se fué de entre nosotros, consciente de haber cumplido con su paso por la vida de acuerdo con los designios de la divina providencia, y en cristiana paz.

Para mi fué un privilegio disfrutar de su amistad, así como lo fué para mi esposa y para mis hijos, porque todos lo sentíamos como parte de nuestra familia mas cercana.

Hoy quienes lo quisimos, nos unimos en una sola oración, para pedirle al Padre, al Hijo, al Espíritu Santo, y la Virgen María, que lo reciban en el Cielo, y que lo acompañen hasta que su alma alcance el descanso eterno.

El Funeral de William se realizó en Houston, Texas, en la Iglesia de San Cirilo de Alejandria, la misma Iglesia en donde bautizamos a Jaime Felipe, confirmamos a Carlota, y despedimos a mi madre Evangelina, y como una coincidencia, fué el 2 de Febrero de 2011, dia de La Virgen de los Remedios, patrona de Riohacha y de todos los riohacheros. A la Vieja Mello le encomiendo a mi amigo.

3 comentarios:

jorge zuleta dijo...

No sabia de la muerte del gran amigo. Me sorprende, me duele y me cuesta creer esta noticia que me llega a traves de un escrito de Jaimito Tovar. Paz en su tumba y que Dios lo tenga en su morada donde solo estan las personas que como El pasaron por este mundo humildemente e irradiando Amor.

jorge zuleta dijo...

Me sorprende y me entristece esta noticia.Que Dios lo tenga en donde solo pueden estar los seres como este amigo que paso humildemente por este mundo irradiando amor.

Anónimo dijo...

Que lindo homenaje a William, mi primo. Muchas gracias!
Camila Mendez Burgos