jueves, junio 16, 2011
Jaime Tovar Herrera, a los 26 años de su muerte.
Un 17 de Junio murió Papá. Muy temprano, en la mañana. Aparentemente expiró tranquilo y sin mayores sobresaltos. Solo, en su lecho de enfermo. Mi Madre quien lo acompañaba siempre en la penosa enfermedad, había salido por un momento a su casa.
Habiendo estado convalesciente por algunos años, ya nos habíamos acostumbrado a tenerlo en el hospital, y a pensar que se iba a mejorar y que algún día lo tendríamos de vuelta en casa.
En esa época yo trabajaba en El Cerrejón y subía a Bogota con la frecuencia posible, dentro de mis horarios y compromisos. Ultimamente lo visitaba en su habitación de la Clínica Santa Fe de Bogota, lugar en donde paso los últimos 6 meses de su corta vida.
Jaime Tovar Herrera falleció antes de cumplir los 60 años de edad, en un medio en que la mayoría de nuestros viejos fallecen mucho mayores. Corta existencia, si se tiene en cuenta todos los caminos que recorrió, y los logros que acumuló en escasamente 59 años.
Tovar Herrera fué un hombre humilde, de origen y de corazón. Ni aun las mieles del poder que disfrutó en no pocas ocasiones, lograron alterar para nada su naturaleza.
Hijo de José Antonio Tovar Daza en su fugaz unión con Rosario Herrera Lopez, fué el nieto consentido de Francisca Daza de Tovar Cotes, esa matrona legendaria a quien con tanto afecto llamábamos Mama Pacha. La Abuela bonachona y cariñosa por antonomasia. Y el sobrino preferido de sus tíos Juancho, Jacobo, Josefa Cristina, Franca, y sobre todo de Carmen Tovar, la ultima sobreviente de un clan que vio a sus hijos abandonar el terruño, para mimetizarse entre las gentes buenas de varias ciudades de la costa y del país.
Muy joven emigró a Venezuela, la “Hermana República”, en donde rehizo su carrera de abogado y la ejercio con decoro y pulcritud. Allí echo raíces, hizo los grandes amigos de la vida, conoció a esa perla inmaculada que fué Evangelina Añez, con quien se casó pronto y levantó a nuestra familia. Yo soy el mayor de seis hermanos, me siguen en su orden, Cristina, Guillermo, Maria Belen, Maria Carolina y Eduardo.
Mas tarde regresó a su país, y anduvo por los caminos de la política con paso de vencedor. Siempre ocupo cargos por designación y no por elección popular. La verdad no lo imagino enredado en los vericuetos de la clientela y el manzanilleo típicos de nuestra región. Sucesivamente se desempeño como Secretario de Educación y Gobernador de su natal Guajira. Luego en Bogotá tuvo el alto honor de ocupar los viceministerios de Minas y de Comunicaciones en tiempos en que ser viceministro era una posición muy respetable. Su mas alta designación fué la Secretaría General de la Presidencia de la República, de la mano de quien fuera su amigo de muchos años, el inolvidable Presidente Lopez Michelsen, y terminó sus días como Notario en Bogotá. Irónicamente la parca lo sorprendió cuando por fin la vida y la fortuna le ofrecían una oportunidad de resarcir el sacrificio de tantos años de privaciones, porque en honor a la verdad, nunca fué un hombre rico ni un buen negociante.
Jaime Tovar Herrera fué un hombre integro, decente, y sobre todo honesto. Quizás esta ultima característica, que debería ser una cualidad inherente a todo hombre publico, fué lo que marcó mas profundamente los dilemas de su vida. Mas de una vez se vio enfrentado a las exigencias de una actividad política corrupta y gavelera, que no fue compatible jamas con su honradez innegociable.
Nuestra relación de padre a hijo fue como un torbellino de emociones encontradas. Mi pubertad y adolescencia estuvieron marcadas por la rebeldía y la tozudez propia de nuestros tiempos, y por ello fui objeto de permanentes reprimendas. Al llegar a la madurez, lo que me costó bastante trabajo, Papá y yo aprendimos a ser compañeros, amigos y hasta complices ocasionales. Compartiamos cuitas, penas y alegrías, lo que fortaleció un vinculo que marcó mi vida para siempre.
Hoy, a escasos días de un aniversario mas de su partida, quisiera rendirle un homenaje haciendo énfasis en lo que fué quizá el rasgo mas claro de personalidad, el haber dejado una huella imborrable, y una buena impresión en quienes lo conocieron, y en cada una de las posiciones que ocupó, con lujo, con elegancia, y con ese estilo de los hombres de su generación, que fueron educados en la decencia y la hidalguía que hoy tanta falta nos hacen.
De Papá aprendí muchas cosas, pero la que mas aprecio, es el amor por la tierra que lo vio nacer, por sus gentes, sus valores y sus costumbres. También heredé su nostalgia, pues al igual que mi viejo, mi vida transcurre en una urbe ajena, lejos de nuestra Fonseca, de nuestra Guajira, y de nuestra Venezuela, esa otra patria que muchos guajiros llevamos en el corazón.
El día de su muerte yo me encontraba en Maracaibo, precisamente en vueltas de Visas para cumplir uno de mis anhelos, que era viajar a los Estados Unidos. Fue una noticia corta, simple, devastadora. Me la dio mi tia Belen Añez, mi otra Mamá, cuando llegue a su casa a almorzar. En ese instante sentí que el piso se abría y que mi vida caia en un abismo oscuro, profundo y sin remedio. Tome la carretera que de Maracaibo nos lleva a Colombia, esa misma carretera que recorrí con Papá tantas veces y que él me enseñó a conocer palmo a palmo. Observe con la mirada perdida y el alma echa pedazos , las curvas,las dunas, los cerros, los rios, la vegetacion, respire profundamente el aire y sus aromas, y comprendi por primera vez que la vida no vale nada.
Por eso me hieren tanto los versos de Camilo Namen: En el día de su muerte yo estaba muy lejos, y no pude verlo ni como moría. Tanto como lucho por sus hijos mi viejo, y no alcanzó a ver la gloria que queria.
Me costó dos décadas entender su muerte, y hasta el sol de hoy nunca me atreví a escribir una linea sobre él, por la inmensa tristeza que aun me produce su recuerdo y por miedo a no poder hacerlo bien, a la altura de su grandeza infinita.
Hoy trato de imaginarme como hubiera sido nuestra vida si Papá no hubiera muerto tan prematuramente. Pienso en lo feliz que el viejo hubiera sido con todos sus nietos: Carlota, Jaime Felipe, Maria de la Paz, Maria José, Maria Elvira, Emilia, Natalia, y Martin, pues todo parece indicar que hubiera sido un gran Abuelo, y tambien un gran suegro, que se fué sin compartir con sus nueras y yernos, Vicky, Diana,Veronica, Hermman y Mawaldo.
Lo echo de menos con la alegría del recuerdo de los buenos momentos. Sus palabras, su calidez, y su ternura que lo hacia parecer tan vulnerable, hacen eco en mi mente sin cesar.
Ahora que sus hijos somos todos mayores, unos casi como el cuando murió, nada podrá empañar el recuerdo grato y el agradecimiento por todo lo que hizo por nosotros en vida, y por lo que siento sigue haciendo desde el mas allá en donde se encuentra.
Decansa en paz, Jaime Tovar Herrera, a los 26 años de tu partida.
Mi gran amigo
(Merengue Vallenato de Camilo Namen)
Tan bueno y tan noble como era mi padre,
y la muerte infame me lo arrebató,
esos son los dolores y las penas tan grandes,
que a sufir en la vida le pone a uno Dios.
Se enlutó el corazón, y vino la tristeza,
una viuda llorando de luto me dijo:
de recuerdo grandioso dejó su nobleza
y la lucha perenne de educar sus hijos.
El día de su muerte yo estaba muy lejos,
y no pude verlo ni cómo moría.
Tanto que luchó por sus hijos mi viejo
y no alcanzó a ver la gloria que quería.
Sus hijos en la pobreza siguen estudiando
para hacerle un respaldo a su gran sacrificio,
aunque usted se haya muerto lo seguimos amando,
y llevando en la mano la antorcha del juicio.
Mi padre fué mi gran amigo,
mi padre fué mi amigo fiel.
Mi padre se jugaba conmigo
y yo me jugaba con él.
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1 comentario:
Jaime,
Como disfrutaba leyendo una columna que salía semanalmente en El Heraldo. En ella se hablaba de la Guajira, de sus costumbres, de su música, de su folklor, de sus pueblos. Una dia, en el mismo espacio de esa columna, lei un escrito de un hijo de su autor donde le hacia unos comentarios sobre los festivales de la Guajira, como el Festival del Fique en la Junta el festival de la Calaguala de Urumita. Esa columna fue escrita por Jaime Tovar Añes.
Despues veia a ese hijo de mi admirado escritor caminar por las calles de Riohacha cuando era un ejecutivo de Carbocol, cuando sus años de juventud lo llevaron a conquistar a Diana, sin predecir que un dia nos encontrariamos en Houston.
Hoy cuando recuerdas a tu padre en su 26 aniversario de su muerte, encuentro un motivo para sentir admiracion por aquellos padres que le dejan un legado a sus hijos.
Un Abrazo,
Alvaro Diaz Daza
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