viernes, enero 06, 2012

Un dia como hoy

Hace tres años, en un día como hoy, el 6 de Enero de 2009, nos dejó Mamá.

Hoy al despertar, leí una vez los escritos que he hecho sobre Mamá en diferentes ocasiones. Revisé algunas fotos y recuerdos y deje rodar un par de lagrimas tibias y amargas.

Recé la novena de la Virgen del Carmen, y me prometí dedicarle el día, como ya se va haciendo costumbre pues ya son 3 años.

Durante este tiempo rara vez ha pasado un dia en que su ausencia no se halla notado de alguna manera. Bien sea extrañándola, o echando de menos su participación siempre active en todos los asuntos de la familia, o al celebrar acontecimientos en los que es inevitable repetir frases que siempre comienzan con el inefable "Si Mama hubiera estado aquí".

Como el 16 de Diciembre de 2011 cuando se graduó Carlota en la Universidad. En el anfiteatro no pude dejar de pensar cuanta felicidad hubiera podido sentir y disfrutar si hubiera estado presente.

En cada fecha importante hay siempre un obligatorio momento dedicado a Evangelina. Me pregunto con humildad, si esto le pasa a todo el mundo cuando pierde a un ser querido, en este caso al mas importante, su madre, o si solo somos nosotros los que no hemos podido superar la partida de la nuestra.

Trato de pensar en los "porqué" y los "por eso", y no doy para elaborar una respuesta definitiva, sobre esta nostalgia eterna que me acompaña desde aquel aciago 6 de Enero.

Lo único definitivo de mis elucubraciones apunta al hecho de querer compartirlo todo con Mama, a la costumbre de contarle las cosas y escuchar sus opiniones. Muchas veces en la forma de un "hay que cambiar de planes ", con una autoridad disimulada bajo el disfraz de consejo inadvertido.

Como me hubiera gustado que Mamá hubiera durado tantos años como Pacha Daza, o como mi abuela Challo. Noventa y pico, solo por el egoísmo de tenerla y disfrutarla. De llevarle los nietos y quien sabe si hasta biznietos, como lo hicieron los Tovar en Fonseca, y hacemos los Añez en Maracaibo con Titi en La Rosaleda.
Una de mis mayores frustraciones es ver como las "Casas Maternas" se han ido acabando con los años y no nos queda nada. De Pomarrosa en Maracaibo, la casa de Renato Añez y Edilia Montiel nos desprendimos hace ya muchos años, y en las vacaciones pasábamos por la puerta varias veces solo para castigarnos de dolor y de nostalgia, hasta cuando el Hotel Roma la adquirió para su expansión. Ya hace mas de una década que fue demolida para darle paso al progreso, dicen.

En Fonseca, aun queda Olga en la vieja casona de la Niña Pacha. Cuando pasé de afán rumbo a Maracaibo a atender la gravedad de Mamá, entré unos minutos a la casa solo para sentir el mismo aroma del amor que sentí en los tiempos de mi infancia y de mi juventud.

En un día como hoy envidio a esas familias que se dan el lujo de conservar la casa de los Viejos por generaciones, porque cuando uno va de visita se vuelven a vivir todas las emociones.

Quisiera que las cosas fueran iguales. Que nada hubiera cambiado. Que en Navidad compartiéramos las hallacas, el jamón, las uvas y las nueces, alternadamente en una de las casas viejas, con Mama , Papa, los Abuelos, y los tíos, y toda esa gente que uno solo ve en vacaciones, pero que nunca nos olvidan, como si nunca nos hubiéramos ido de allí.

Quisiera que Mamá estuviera acá, o allá. Simplemente que estuviera.

No importa cuantos aniversarios pasen, se que jamás podré dejar de extrañarla. Y no es solo por tristeza o por egoísmo.. Es mas por inconformismo. Por que siento que se merecía una existencia mas larga, para compartir con todos los retoños que le han ido saliendo, producto del amor con que nos tuvo, nos educó y nos crió.

Se que esta descansando en paz. Eso me dice el Corazón, eso siento cuando elevo mis oraciones.

Pero acá en la tierra hay un grupo de hijos, hermanos, sobrinos y nietos que la echamos de menos. A Mama, a Lita, a Tía Ina, a Evangelina Añez.



















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