miércoles, enero 25, 2012

Unos amores bonitos

26 años al lado de Diana Iguaran Ballesteros

Hace dos décadas y media, el Sabado 25 de Enero de 1986, Diana y yo nos casamos. Fue en Riohacha, en la Capillita de la Divina Pastora, temprano en una noche estrellada y plenilunar.

Desde entonces hemos estado juntos, siguiendo las indicaciones que nos dio nuestro amigo, el Padre Marcelo, en las buenas y en las malas, en la alegria y en la tristeza.

Nuestro noviazgo fue rápido, pero conciso y definitivo. Recuerdo que, un poco chapado a la antigua, le ‘eché el cuento”, y en vez de pedirle que fuera mi novia como era de esperarse, le propuse que nos casáramos. Y así fue.

Diana me gustaba desde que eramos muy jóvenes. Y como siempre coincidíamos en las vacaciones cuando ambos íbamos a Riohacha, el nuestro fue uno de esos amores platónicos de temporada, que siempre dejaban la misma inquietud. Durante años las coincidencias eran tan comunes , que al final de la época y sin planearlo de antemano, viajabamos en el mismo avión, que hacia escala en Medellin y luego seguía para el altiplano.

En Medellin se bajaba Diana, quien para entonces completaba sus estudios de Sicología en la San Buenaventura. Varias veces la acompañe al terminal, allí comprabamos los turrones del Astor y nos tomábamos la foto de rigor. Un abrazo y un beso de despedida, y una quimera en el Corazón.

Usando una expresión provinciana por excelencia, hoy puedo decir que los nuestros han sido unos “Amores bonitos”. Llenos de detalles, de cartas, y poemas, que aun reposan en nuestra alcoba en el antiguo joyero que herede de mi abuela Edilia Añez, y que le obsequie a Diana cuando apenas amenazábamos a salir.

Nuestros amores se parecen a un disco de Diomedes Diaz, pues fueron precisamente sus canciones las que nos dieron las alas que nos hicieron volar. La Ventana Marroncita, Te necesito, Tu Serenata, Diana, canciones que aun suenan en la casa a pesar de los años que pasan si piedad.

Después del sueño y las ilusiones del noviazgo, nos unimos y comenzamos este largo recorrido por los caminos de la vida, el cual nos ha dado muchas satisfacciones y también algunas tristezas. Bellos e inolvidables momentos, así como también, noches oscuras que quisieramos no recordar, pero que contribuyeron a fortalecer aun mas nuestra unión.

Durante estros 26 años hemos estado muy ocupados. Ambos trabajamos duro. La vida no nos ha dado la fortuna material que hubiéramos deseado, pero la verdad es que nuestro Padre Celestial nunca nos ha abandonado, y mas bien ha hecho presencia en nuestras vidas de varias y diversas maneras.

De nuestra unión, nacieron nuestros dos hijos “únicos”, Carlota y Jaime Felipe. Unicos, porque cada uno es, en su reino particular y en el nuestro, alguien muy especial e induplicable. Son nuestro “Par de Polluelos” y con ellos tenemos un hogar feliz, aunque cada día los vemos madurar y alejarse de nosotros, en medio de una mezcla de satisfacción y de profunda nostalgia.

Diana sigue siendo la misma mujer de hace 26 años. Es igual de tierna y de sensible, aunque a veces se torna en una mujer de caracter, fuerte y decidida, y entonces se parece mas a su Mamá y a su Abuela, por que la herencia genética no miente jamas. Si no hubiera sido por este temple de acero, otra historia estaríamos contando. Gracias a ella nuestro hogar resistió los embates del destino, y hoy se mantiene incólume, como el roble ante la tormenta.

Yo, también creo que sigo siendo un poco el mismo de antes. Al menos en mi corazón, en mis sentimientos, y en mis ilusiones. Después de una juventud tempestuosa, quiero disfrutar de la tranquilidad y de la paz que ella me ofrece. De la seguridad y la solidez que su apoyo significa para mi. De su amor incondicional y de nuestro hogar, que es lo único que tenemos en este mundo terrenal, vano y futil.

Hoy solo quiero abrazar a Diana, a Carlota y a Felipe, y agradecerle a Dios por el milagro del amor.

También quiero dedicarle unas lineas a los amigos de entonces, que son los mismos de ahora, testigos y complices de estos amores: Gloria Iguaran, Yelitza, Clara Elena y Erika Viñas, Anibal Brito y Malle, Coquito Brochero, Lucho Gomez y la Bocha, Víctor Deluque, José Orcasitas y Nohora, Monica Salas, Samuelito Lopesierra, mi primo José Ramón Molina, Pedro Gomez, Jose Hilario Gomez y Lila, Salomon Gomez y Flor, y a José Manuel Acosta Maestre, quien me acompaño en la serenata de la víspera del matrimonio. Conservo el “cassette” como un tesoro de valor incalculable, ya que en el, ademas de las canciones se escuchan las voces y la risa de mis buenos amigos, acompañadas por el eco de la brisa del nordeste riohachero.









3 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente narración producto de ese amor que ha no solo ha permanecido incólume sino que se ha acrecentado con el paso del tiempo. Mejor dicho la traga es eterna. Abrazos
Ariel

Salomon Gomez A dijo...

Caramba no esperaba llorar tan de mañana por tan hermosas palabras dedicadas a la " compañera ,compañera de mi vida,compañera,compañera de mi amor".
Abrazos sinceros por esos 26 y brindemos por los otros, el 2.
Salo y Flor

Anónimo dijo...

Felicidades e infinitas bendiciones para este hermoso hogar "Tovar Iguaran" que Dios Todopoderoso, los siga conservando unidos con ese profundo amor, hasta la eternidad...
Los quiero,

Cielo.