Querida
Belen Añez:
Una
vez me dijiste que envidiabas a Mama por lo que yo escribia sobre mi amor por
ella.
Desde
ese dia, hace ya casi 4 años, no he dejado de pensar en tus palabras.
Primeramente, porque si hay algo cierto en mi vida es mi amor por ti. En segundo
lugar, porque cai en cuenta de que nunca he escrito nada sobre alguien que aun viva, y eso me lleva al tercer lugar,
que nunca quisiera tener que escribir sobre ti cuando ya no estes, simplemente
porque no qusiera que te fueras nunca.
Tengo
una gran deuda contigo, mas que por la sumatoria de las deudas materiales, es por
todo lo que has hecho por mi, por todos tus hermanos, por tus sobrinos, por tus
padres, mis abuelos. Mi mayor deuda contigo es por todo el amor que me has dado en estos
casi 57 años.
Amor
que se refleja de multiples y diversas maneras en cada etapa de mi vida. En la
niñez traviesa, en mi adolescencia tormentosa y en mi adultez, a veces
complicada y pesarosa.
Amor
que me consintio en exceso, y me colmo de parabienes y de felicidad. Tu eres lo
mas parecido a San Nicolas que hay en la vida real.
Amor
que me protegio de la ira desenfrenada de Papa cuando yo cruzaba las lineas de
su ferrea autoridad.
Amor
que me arropo en los momentos de
enfermedad, y muchas veces de tristeza.
Amor
que se disfrazo de complicidad y de camaraderia en los tiempos en que
trabajamos juntos.
Hoy
quiero reconocer que vivo con un gran remordimiento: Si me hubiera quedado en
Maracaibo en 1994, mi vida hubiera sido otra cosa, pero ya sabemos que el
destino no da marcha atras, y que Dios siempre sabe lo que hace.
Con
tristeza siento que tu, Toton, y Cucha, son lo unico que me queda que aun represente nuestro
genesis y nuestra razon de existir, pues todos los demas se han ido.
Al
hacer estas lineas no pretendo pagarte ninguna de esas deudas infinitas que
tengo contigo, sino decirtelo antes de que te vayas.
Pomarrosa
es el origen, es el punto de partida. Pomarrosa es lo que nos une y lo que nos conecta a la madre tierra. Pomarrosa
es el mejor recuerdo de mi vida, y en ese universo, el eje eres tu. Pomarrosa, que por los ires y venires del destino ya no es un Castillo de Hadas, se convirtio en La Rosaleda, en donde el amor es el mismo.
De
alguna manera quisiera decirte que gracias a ti, nunca estuve solo. Si bien
tuve la mejor Madre del mundo, me siento inmensamente bendecido porque en vez
de una tuve dos.
Hoy,
escribiendo estas lineas, noto como
he envejecido poco a poco. Y que a medida que el tiempo pasa me acerco mas a
ti. Ya no soy el niño de tus caricias, es verdad, pero estoy cada vez mas cerca
de ti, en terminos de edad y de vida. Noto que ya no puedo escribir con la misma
precision de hace algunos años, e inmediatamente me transporto a tu oficina, y
te veo sentada frente a tu fantastica IBM de ultima generacion (Para aquel
entonces, antes de la era de Windows y de Word...) con aquella maestria, con aquel
dominio, y sobre todo, con aquel donaire.
Cuando
leas estas palabras te pido que me entiendas. Yo estoy aca, pero mi alma esta alla: En La Rosaleda, en Pomarrosa, en la
bajaitae’ Pichincha. Y que en cada navidad, la primera nostalgia eres tu. La
primera reminiscencia es el olor de los pinos canadienses que aprendimos a oler en Maracaibo. Y el sabor de
las nueces y de las tortas de Cucha. El verde y rojo del raso en tus manteles. El tucusito, la cabra
mocha de Josefita Camacho. La alegria de Papato y la elegancia de Mibilla. Y claro, la docena de regalos inmensos que
amanecian el 25 como por arte de magia.
Yo
me siento privilegiado al haber tenido la dicha de tu efecto, la luz de tu
ejemplo, y el apoyo de tu amor. Tengo que darle gracias a Dios, y pedirle que
te mantenga con nosotros por mucho tiempo.
Pero
como nada es
eterno, quisiera que leyeras mis palabras, escritas con lagrimas y sangre, en
el mejor sentido de la expresion, para que jamas pienses que no te quize tanto como a Evangelina, pues a
las dos las he querido igual, aunque de distintas maneras.
Aun no puedo olvidar tu llanto aquel domingo de Julio de 2011, en
nuestra ultima despedida en la puerta de La Rosaleda. Senti que se me desbarataba el
alma, cuando te aferraste a mi como
queriendo retenerme de una partida que no tenia remedio.
Te
veo cada noche en mis nostalgias, apretando con tus manitas los barrotes del
porton y sollozando a medida que el carro se alejaba……
Siempre
te veo en mis sueños, y cada dia te agradezco por haberme dado tanto.
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