sábado, abril 02, 2005

JUAN PABLO II



La fe y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad. Dios ha puesto en el corazón del hombre el deseo de conocer la verdad y, en definitiva, de conocerle a Él para que, conociéndolo y amándolo, pueda alcanzar también la plena verdad sobre sí mismo. Juan Pablo II en la Carta Enclica Fides et ratio.

El Vicario de Cristo ha muerto, y los catolicos de todo el mundo lloramos su despedida.

Karol Jozef Wojtyla no fue en ningun sentido un ser humano cualquiera. Fue, por encima de toda consideracion, un hombre excepcional en todos los campos en los que trasego durante su prolongada existencia. Asi como el hijo de Dios fue hombre antes de ser Cristo, nuestro Señor.

Fue un martir, que siempre llevo a cuestas la pesada cruz del sufrimiento por los males de la humanidad y por los suyos propios. Sobrevivio con valentia a dos atentados mortales y soporto con estoicismo y humildad el dolor y la enfermedad.

Y fue un Santo tambien, si nos adentramos en la historia de su pontificado, marcado por los mas agudos conflictos de la humanidad: El hambre, la miseria, el decaimiento del respeto por la vida, la perdida de la Fe, y la completa deshumanizacion de la guerra, si es que esta puede tener algo de humano. En un mundo convulsionado, el Papa Peregrino se propuso llevar su mensaje de amor, de paz y de misericordia a los mas reconditos rincones del planeta.

Juan Pablo II fue por encima de todo un hombre universal, que supo adaptar la institucion eclesiastica a las exigencias de los tiempos modernos sin sacrificar los principios fundamentales. En ciertos puntos criticos no cedio ni un milimetro, pero si abrio la mente y el corazon de la Iglesia a cambios que eran impostergables.

Conservador en el manejo de la Iglesia, y liberal en sus ideales politicos, su participacion fue decisiva en los acontecimientos que desencadenaron la caida de los regimenes totalitarios de la Europa del este.

Ya en un plano mas personal, quiero recordar al Papa que viajo a Venezuela en 1984. En ese entonces me uni al peregrinaje de la fe, viaje a Maracaibo y con mi familia, nos sumamos a una multitud nunca antes vista, en donde por fortuna nos toco un lugar cerca de la tarima principal. No en primera fila como hubiesemos querido, pero si bastante mas cerca que algunas decenas de miles de feligreses, lo suficiente para verlo muy bien, y sobre todo para sentir en el alma y en la carne, la fuerza arrolladora de su presencia divina.

Nos impresiono mucho el poder de convocatoria que Juan Pablo II tenia en la juventud, y alli en Maracaibo, en donde muchos miles de jovenes lo vitoreaban sin parar, el mostro una vez mas su dominio magnifico sobre el publico y el escenario.

Fue el Papa de la gente, en contraposicion a otros Pontifices anteriores que mas parecian monarcas encerrados en la majestuosa intocabilidad del Vaticano, que los representanes de Cristo en la tierra.

Al partir a su encuentro con nuestro Señor, su Santidad deja un vacio inmenso. Como catolico sufro la muerte de uno de los mas grandes conductores de nuestra Iglesia en toda su historia. Como hombre, siento una pena en el alma, comparable a la que sentiria en la despedida de uno de mis seres mas queridos.

En momentos en que el mundo entero se encuentra al borde del abismo, se va a sentir mucho la ausencia de su voz, y la fuerza de sus palabras.

Las ventanas del Vaticano apagaron sus luces, pero la vigilia no ha terminado. El catolicismo unido ora en silencio, y pide al todopoderoso que ilumine a los Cardenales en el conclave, en la busqueda del sucesor imposible, pues nadie sera como Juan Pablo II, tan humano y tan Santo a la vez.


Houston, 2 de Abril de 2005.

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